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lundi, mars 12, 2007

“America Is Not the World”

«America, your head’s too big
Because, America,
Your belly’s too big
And I love you, I just wish you’d stay where you is
[...]
“It brought you the hamburger”
Well. America, you know where
You can shove your hamburger
And don’t you wonder
Why in Estonia they say
“Hey you, big fat pig
You fat pig, you fat pig”»
*


Tenía que ser dicho. En medio de una gira injustificada, al final de su régimen criminal de guerra y muerte (con serias dudas en torno de los procesos electorales en que ha sido electo y reelecto), el presidente de los Estados Unidos llega hoy a Mérida, la capital del estado de Yucatán en México.

La visita debió programarse en provincia, muy lejos de la capital y del centro del país —donde los disturbios y las protestas hubieran sido incontenibles—, en un estado de tendencia “oficialista” (en Yucatán la mayor parte del voto, en las pasadas elecciones federales, favoreció al partido que se hizo del poder) y, aún así, el sector sitiado de la ciudad —amurallado— recibe, según se cuenta, los constantes “ataques” de ciudadanos que protestan contra el visitante —y contra el anfitrión también, al parecer.

Sólo tres de los muchos atropellos a la legalidad tan invocada desde el poder instituido:

1) En la “zona de exclusión”, como cínica y alegremente la llama el desinformador J. López-Dóriga, patrullan agentes de seguridad mexicanos acompañados ilegalmente por el Estado Mayor gringo.
2) El presidente del vecino del norte parece venir sólo a provocar descontento y a alegar a favor de la venta de PEMEX al capital privado (al capital privado de la dinastía Bush, más precisamente), y a ocultar y favorecer sus planes ofreciendo dinero para el “combate al narcotráfico y al terrorismo”.
3) Mientras tanto el grupo en el poder planea seguir con esa supuesta lucha contra el narcotráfico (que es más una especie de sangriento espectáculo-cortina de humo-estafa a escala nacional), suprimiendo garantías individuales (y conquistas laborales) mientras se cubre con la bandera de la legalidad y de un estado de derecho inexistente.

«¡¡¡ AL DIABLO CON SUS INSTITUCIONES !!!»**


«Ojalá se te acabe la mirada constante,
la palabra precisa, la sonrisa perfecta.
Ojalá pase algo que te borre de pronto:
una luz cegadora, un disparo de nieve;
ojalá por lo menos que me lleve la muerte,
para no verte tanto, para no verte siempre
en todos los segundos, en todas las visiones.
Ojalá que no pueda tocarte ni en canciones***


* Steven Patrick MORRISSEY, “America Is Not the World”, You Are the Quarry, 2004.

** Andrés Manuel LÓPEZ OBRADOR, discurso pronunciado en el Zócalo de la Ciudad de México el 1° de septiembre de 2006. El énfasis es mío.

*** Silvio RODRÍGUEZ, “Ojalá” (1969), Al final de este viaje, 1978. El subrayado, y el retorno que quiere implicar, son míos. Hasta donde yo sé, Silvio no considera ésta una composición política sino una canción de (des)amor. Sin embargo, en una suerte de etimología popular” musical, en México es un lugar común tomarla como una canción política con dedicatoria al gobierno de los Estados Unidos. Hay cuando menos un elemento en la canción —en la letra— que apoya, con cierta firmeza, una interpretación política. Desde esta lectura es interesante notar cómo, tanto en el caso de Morrissey como en el de Silvio, coexiste cierta fascinación por ese país con un decidido rechazo hacia el (abyecto) imperialismo estadunidense.




Ciudad de México 20070313 0412 - 23 Adar 5767

dimanche, décembre 10, 2006

La muerte del dictador

«Is it possible that the antonym of “forgetting” is not remembering but justice

Yosef Hayim YERUSHALMI

(“Postscript: Reflections on Forgetting”, Zakor, Jewish History and Jewish Memory, New York, Schocken Books, 1989 (1982), p.117; citado por Esther COHEN en “Raconter: témoigner face au silence de la langue”, Revue Intermédialités (Raconter/Telling), núm. 2, otoño, CRI, Université de Montréal, 2003.)


Hoy, viernes 10 de diciembre de 2006 a las 14h15 (hora local), muere en Santiago de Chile el dictador y genocida, Augusto Pinochet.

Al parecer, ya hay personas congregadas tanto a la entrada del hospital militar como en la Plaza de Italia, los primeros partidarios del dictador, los segundos detractores, familiares de víctimas y desaparecidos. Luego de 17 años de dictadura y de un lento y torpe proceso de transición, la sociedad chilena sigue dividida. Como sucede habitualmente, en un principio, la división fue promovida y provocada por las fuerzas de derecha. Es imposible olvidar el cobarde asesinato de Salvador Allende y el criminal golpe de Estado que puso fin a su gobierno democráticamente electo. Por supuesto que el golpe al gobierno de Allende y la dictadura militar que le sucedió se insertan en el proceso de la Guerra Fría y en una cadena de acontecimientos políticos que, hasta el día de hoy, siguen flagelando a América Latina. Por lo tanto, la responsabilidad de los Estados Unidos ante estos hechos es ineludible; habrá que estar pendiente (aunque sólo sea para el almanaque) de la reacción oficial estadunidense frente a la muerte del dictador Pinochet.

El de Chile no es, desgraciadamente, el único caso de transiciones incompletas, deficientes y “deficitarias” en la hispanidad. El ejemplo estrella es el de la transición española incompleta y el pretendido perdón nacional (y su consiguiente olvido). Los debates a este respecto se multiplican en el mundo de habla hispana y comúnmente se suele olvidar la influencia del panorama internacional y sus correlaciones con las circunstancias locales en la instauración y la caída de las dictaduras de derecha. En el caso español, el dictador murió antes del desmantelamiento del régimen, y esta circunstancia fue aprovechada para promover cambios estructurales que no representaron un verdadero relevo de los círculos del poder, sino una mera adecuación del régimen para insertarse en el nuevo panorama sociopolítico y económico de la naciente Comunidad Europea. Con respecto a Chile, sin entrar aquí en los detalles de un complejo proceso de transición ideado desde el régimen mismo para garantizar la seguridad de sus miembros, se ha pretendido pasar de una dictadura criminal a una democracia operante y multipartidista sobre la base de una legalidad inexistente y un estado de derecho aparente, ambos con fundamentos escatológicos. Es preciso recordar que el Estado chileno contemporáneo se rige aún por la Constitución pinochetista promulgada en 1980.

Más allá de las reacciones personales y los sentimientos íntimos frente a la muerte de un criminal totalitario y asesino (insignia de la derecha latinoamericana), tengamos presente que “El Dictador” es una figura sociohistórica y economicopolítica que, en realidad, no muere. “Le roi est mort, vive le roi” es un mecanismo que aplica plenamente en el caso de los regímenes totalitarios: todos los dictadores son El Dictador. En estos momentos, sectores democráticos en Chile manejan (con mucha razón) que Pinochet muere “como fugitivo de la justicia internacional”. Nuestra responsabilidad y trabajo pendientes es abrir los ojos para continuar con nuestra lucha contra los regímenes totalitarios y antidemocráticos alrededor del mundo. El día de hoy, en lugar de dejarme llevar por la rabia de la muerte de un criminal que escapa así a la justicia, prefiero recordar nuestra deuda con el presidente Salvador Allende y con su proyecto.

Para mayor información vése el artículo “Augusto Pinochet” en Wikipedia en español.



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