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jeudi, août 30, 2007

Obelisco
La República de La Plata (Series) 5

Tengo una pena de la que estado huyendo desde anoche, noche divertida, degenerada en sórdida y decadente, pero que también fue pausada, resignada, sólo profundamente triste… No dormir y lidiar con la maleta durante horas. Todo terminó en una despedida de algo de mi ropa que se va con cariños y recuerdos y, con suerte, seguirá una vida en esta Ciudad que yo ya no veré. Dignísima despedida y final de historia para esos objetos.

De algunas ciudades lejanas y queridas me he despedido, pero ninguna ha dolido tanto como mi Santa Marya, ninguna se me había clavado así en el pecho.

Pero algo de dignificante —es cierto— te ofrece a la despedida. Esta mañana, en una rápida e improgramada visita a la farmacia, me encontré con un viejo fantasma que habitaba en la tensa relación entre un querido, viejo y perdido amigo, y yo. Lo encontré. Estaba ahí, entre la chica delante de mi en la fila y las barras energéticas que regó accidentalmente en el piso; ahí estaba escuchando la mísma música que yo el fantasma. Y lo tomé. Y curiosamente sigue conmigo. No es que lo tenga dentro... es que volví a ser, y se siente bien después de más de nueve años. Es lo mejor que llevo de vuelta del Puerto: orgullo en mi corazón.


Fotografía del Obelisco de la ciudad de Buenos Aires y de la Plaza de la República.
Vista desde el camellón entre Avenida 9 de julio y Carlos Pellegrini,
tomada el día 30 de agosto de 2007 alrededor de las 16 hrs. locales.




Puerto de Santa María de Buenos Aires 20070830 1145 - 16 Elul 5767

mercredi, août 29, 2007

Southern Sun
La República de La Plata (Series) 4


Dejo pendientes por un rato los fracasos de Malena y companía. Hago un loop musical nostálgico, con un zoom-out del puerto y de los barrios del centro (monoblocks, pequeños rascacielos habitacionales repetidos casi hasta el horizonte) que termina en fade y black out. Ese espacio lo reservo para narrar, después, el encuentro delirante con San Martín y su mundo: otra de las sopresas que guardaba para mí Santa Marya.

La Ciudad y Puerto comienza a despertar en miércoles del letargo dejado por los largos fines de semana —cuando nadie para de nada desde el jueves y se levantan tarde en domingo a mirar con los ojos entreabiertos las calles medio despiertas. Los lunes el zombi va a laburar sin pensarlo y sin quererlo, donde sea que labure, y ya en miércoles se anuncia el despertar del ciclo, que reinicirá al día siguiente. Algunos parias aprovechan para calentar motores desde hoy.

Para mí es otro asunto. La hora se acerca y estoy en plena despedida. Trato de protegerme de los ruidos urbanos que me cogen desprevenido y me jalan el corazón… y me desvivo en un frenesí de gastos compulsivos que sólo me distraen, porque cuando vuelvo a darme cuenta, la Ciudad sigue desvaneciéndose frente a mis ojos y siento la hora de abandonar esta proa de pampa que se quiere arrancar del río y adentrarse en el mar.

Trans-América (y sé que el nombre no es ni mío, ni es original, pero por mi parte, yo lo robo con descaro a Gombrowicz, porque él sí trabajó a pulso para exigir —para merecer— el descaro), continente de horrores y maravillas, continente de hermanos desconocidos, de regreso, hasta el otro límite, nuestro sur que es el norte (y un poco de plagio basta para ya no detenerse, cuando me despido del plateado norte-sur). El reverso de una moneda, argentina, de veite centavos que da vueltas en el aire y que no caerá más. Pero, como no voy a pasar mis últimas veinticuatro horas ahogándome en palabras tristes y sonidos melosos, yo me voy preparar valijas enormes que no quiero hacer y a disfrutar, plateado, de la última luna porteña au-grand-air… La noche.

¿Y cuándo veré yo el Sol de mayo levantarse para todos?




Puerto de Santa María de Buenos Aires 20070829 2311 - 15 Elul 5767