lundi, mars 05, 2007

In the Middle of a Working Night

(Esto no quiere salir en español, pero vamos a forzarlo)

Estoy de un neuras terrible. Todo, sin falta y sin excepción, tiene que salir —salir, o sea, ser terminado, concluido, redondeado... superado— este semestre. Por el momento, estoy intentando editar, para mañana, un artículo que no tiene ni pies ni cabeza... no es mío, es decir, es chamba (de la otra vamos... aunque más bien de la intermedia, que no no es propia ni es ajena). Son las 3 de la mañana, llevo tomando litros de café desde ayer (por despedir, una vez más, a una vieja y querida amiga que va y viene de una orilla a la otra y que afortunadamente, como el mar, siempre regresa) y entonces, desde la semana pasada, la gastritis a vuelto... y con una fuerza nueva (de hecho, es la primera vez que tomo medicamentos para la gastritis).

El viernes tuve que gritar varias veces a la gente que empuja en el metro (con excelentes resultados: comenzaron a comportarse como gente aunque fuera por un rato). Lo atemorizante es que nunca había tenido la necesidad de hacerlo —y no me gustó, aunque haya tenido buenos resultados.

Decía yo que en mitad de una noche de trabajo, corrigiendo lo que no tiene remedio, di algunos clics en la red, sólo unos cuantos (si reconociera que fueron más no podría con la culpa), y ahí estaba: nítida y perfecta, brillante... la maldita foto de un tipo disfrutando su cigarro (y sí, de veras, disfrutándolo).

Como antes, lo sentí detrás de mi garganta, delicioso; el humo en mi paladar y el sabor en toda mi lengua, en cada parte —el sabor profundo e intenso, dulce-amargo y caliente, fluyendo y deslizándose hacia la garganta. Sentí tibios los pulmones y empecé a salivar como perro; el corazón me latía fuerte y ya estaba sudando. Se me trabó la mandíbula en un rictus que todavía no pasa... De hecho, a estas alturas, hasta siento algo de dolor en la espalda y una picazón en el pecho. Juraría que si trato de correr, si subiera un miserable piso de escaleras, me faltaría sin duda el aire.

Amigos míos, he de confesar con melancolía que hoy hace exactamente dos meses que no fumo y por dios que lo extraño. Triste vacío el que deja aquello. Ya hablaremos de todo lo que tendrá que ser terminado sin la compañía entrañable del tabaco; quiero compartirlo porque suficientemente solo estoy sin una cajetilla como para tragarme los éxitos, los fracasos y las frustraciones de este... trayecto. Por todo esto, por esto-esto-específicamente, había que forzarlo en español.


Ciudad de México 20070305 0338 - 15 Adar 5767

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